9.29.2007

El cantinero

llegó con su fea tez

pidiendo un litro de cerveza negra,

después pidió unos Marlboro rojos;

destapé los cigarros y le di flama

cuando se acercó noté

que en sus ojos había brisa

y el candor del Bic mostró

la tristeza plena,

la orgullosa decepción


le dije que se fuera a la orilla

que allí no la molestaría

el tacho que va todos los Jueves

a regalar cigarros,


-yo me acuerdo de tí, me dijo

-de dónde

-de aquí mismo


despaché algunos tragos,

algunas cervezas
...


cuando estaba haciendo un mojito

para un vato enfadoso

escuché que suspiraba

y al voltear vi en la barra

un charquito de lágrimas,

tal como un jaibolero

resbalando su tinta

en un appletton especial campechano:

se esforzaba en no llorar

pero la barra temblaba

al sostener sus hombros



sentí empatía

quise ser su cigarro

e inhalar un poco de dolor

para alivianarla un poco,

pero me llegó chamba

y tuve que alejarme...


la morra era gordita y morena

de labios anchos

y pistolas marcadas,

caminaba como pingüino,

al final me pidió un litro para llevar

me dejó veintitres pesos de propina

y me apretó el brazo

despidiéndose amistosamente:


si fuese un cuento

terminaría lléndose

tal vez a buscar al vato,

quizás a masturbarse...


posiblemente soñó conmigo

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